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miércoles, 11 de abril de 2012

Tragedias ejemplares (I)

Alejandro Sawa. Mala Estrella (I)

Tú no sabes de esta postrera estación  de mi vida mortal, sino que me he quedado ciego. Parece que esto es ya bastante, pero no lo es, porque además de ciego, estoy, va ya para dos años, tan enfermo, que la frase trapense de nuestro gran Villiers: "mi cuerpo está ya maduro para la tumba", es una de las más frecuentes letanías en que se diluye mi alma. Pues bien: tal como estoy, tal como soy, vivo en pleno Madrid más desampa­rado aún, menos socorrido, que si yo hubiera plantado mi tienda en mitad de los matorrales sin flor y sin fruto, a gran distancia de toda carretera. Creyendo en mi prestigio literario, he llamado a las puertas de los periódicos y de las cavernas editoriales, y no me han respondido; crédulo de mis condiciones sociales -yo no soy un ogro ni una fiera de los bosques- he llamado a la amistad  insistentemente y esta no me ha respondido tampoco.¿ Es que un hombre como yo  
puede morir así, sombríamente, un poco asesinado por todo el mundo y sin que su muerte, como su vida,haya tenido mayor trascendencia que la de una mera anécdota de soledad y rebeldía en la sociedad de su tiempo?

Un fraternal abrazo.

Alejandro Sawa. Carta a Rubén Darío

Grabado Ricardo Baroja


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