Racine, los desfiladeros del corazón
En un tortuoso
paraje, en lo más oscuro del corazón, encontró Racine la fuente poética. Allí
donde un sentimiento absorbe y sumerge, en las aguas estancadas del alma, que cuando se desbordan, son lágrimas
turbias de una herida incurable, inconfesable, infinita. Que consume la vida,
la agota en la violencia mortal de sus pasiones, arrastrando su destino,
sin razón ni voluntad.
Cada palabra
nombra y devasta, prende fuego a la sangre, inocula esa crueldad que llamamos
amor.
E.C
Todo me aflige, me
hiere y se conjura para herirme
Objeto infortunado
de la venganza del cielo,
Me aborrezco más aún
de lo que tú me detestas.
Mi alma erraba ya
al borde de mis labios
¡Oh, tu Venus implacable,
que ves hasta dónde me has rebajado!
¿acaso no he sido
ya bastante humillada?
Ya no puedes ir más
lejos en tu crueldad.
Tu triunfo es
total: todas tus flechas han dado en el blanco.
Cruel, si quieres
una nueva victoria,
ataca a un enemigo
que ofrezca alguna resistencia.
¡Ah! ¡Dolor nunca padecido!
¿A qué nuevo
tormento estaba destinada?
Todo lo he sufrido,
mis temores , mis ansias,
el furor de mi pasión,
el horror de mis remordimientos,
y la insoportable injuria
de un rechazo cruel,
no eran más que un
débil preludio del tormento que padezco.
La muerte es el
único Dios a quien me atrevía a implorar
¿Qué frialdad os
invade cuando en mi todo es fuego?
¿Teméis seguir los
pasos de un pobre desterrado?
(Jean Racine. Fedra)
Tal es el mundo raciniano: malicia del alma ante toda
intervención de la voluntad libre, impotencia ante las inquietudes de la
sensibilidad carnal, contagio del espíritu por la pasión, violencia espiritual
en que el alma entera se vuelve contra sí para hacerse daño y hacer daño a los
demás, desesperada búsqueda de un absoluto posible, lucidez perversa que
«desemboca» en celos, en deseo de dañar, conciencia de culpabilidad,
remordimiento, desierto total y, por último, caída vertiginosamente lúcida en
una muerte sin esperanza.
Es también profundamente humano. Es nosotros mismos.
Charles Moeller. Sabiduría griega y paradoja cristiana.