Información de Teatro Inactual y artes residuales

martes, 20 de marzo de 2012

Dramatis personae (III)

Hermenegildo Bustos. El tesoro de los humildes

Antes de encontrarnos, estos personajes nos descubren, nos miran con atención, y nos interrogan. Sobrios como si  la inmortalidad de su alma dependiera de ello. Sabemos que murmuraran de nosotros en cuanto les demos la espalda.

Hermenegildo Bustos, retratista de encargo y en ratos libres. Vendedor de nieves, fabricante de su propio ataúd y del de su esposa. Quedó fuera de la historia de  la pintura. Aún hoy día tanta contundencia es incómoda, esta época donde la verdad se disuelve en abstracciones  y mercadurías, no es la indicada para que un espíritu libre asome.

Fue en Purísma del Rincón, Guanajuato, a finales del XIX donde la pintura, la gran pintura decidió aparecerse un día, asqueada de academias y trasgresiones, mareada de tantos ismos europeos, vino a reposar  en estos pinceles humildes que retrataban a sus paisanos. Para seguir captando la esencia del alma en el rostro. Al modo que inauguró hacia algunos siglos El Greco, quien quizas descubrió el modo en los retratos funerarios tolomeicos, en esto del arte nunca se inventa. Que ya lo dijo D'ors, lo que no es tradición es plagio.  En este pintor de pueblo emerge  todo eso.

Por aquellos retablos apolillados en las viejas iglesias estudió toda su técnica el genial nevero, por ahí se encontró  y entroncó con la raíz viva de la creación pictórica. Su habitual firma: “Lo pintó  Hermenegildo Bustos, aficionado y natural de este pueblo.” Nos dice a las clara que renunciar a la vanidad es un antídoto contra la devastación del tiempo.















Anotado Por Hermenegildo Bustos en los márgenes de un calendario de  1894.

"Los habitantes de Purísima del Rincón morían de enfermedad, de manera repenti­na o por asesinato. Algunas parejas se casaban, otras se fugaban. Los entierros interesaban a toda la población. Escribían y recibían cartas y tarjetas... en ciertas situaciones se asis­tían unos a otros. Daban arrimo a niños abandonados. Había riñas y robos. Se enfermaban de pulmonía, sarampión, erisipela, pujo, calentura, bubas, dolor de cuerpo, caídas, vasca, gripe, mordeduras de perro ... Las mujeres parían hombres y mujeres. Pagaban las deudas en abonos. Se iban a pasear a los palenques. Sufrían temblores de tierra. Cambiaban las autoridades civiles y eclesiásticas, desde los jefes a los sepultureros... Daban serenatas... Asistían a misas de cuerpo presente, de rogación, por Nuestra Señora de Guadalupe. Con o sin lluvia hacían peregrinaciones a pie. Los animales se accidentaban o se perdían... Bautizaban a los recién nacidos. Se visitaban. Se confesaban. Se mataban en las canti­nas. Escapaban de la cárcel. Cumplían condenas... Guardaban con cuidado las escrituras de sus casas. Vendían y compraban propiedades. Eran desalojados. Se hacían regalos. Compraban imágenes para el templo y mandaban a hacer velas especiales... Mandaban a hacer vestidos y zapatos para los que surtían la materia prima."

No hay comentarios:

Publicar un comentario