CHAGALL EN MADRID
Para los ciegos a la pintura, que confunden la vanguardia con las provocaciones más procaces y las insolencias de mal gusto, para todos aquellos que creyendo tener una opinión propia solo son los altavoces de la manipulación mediática y la vulgaridad ramplona de suplementos dominicales, galeristas, marchantes y tristes pintamonas, simoníacos, con el alma vendida a la publicidad y el poder. Aquí un ejemplo de las vanguardias históricas, vanguardias eternas, capaces de romper academicismos expresando los símbolos del goce y la vida, en la esencia purificadora de las cosas, en su alma espiritual. Pintura salmística con que refrescarnos en el amanecer.
"El surrealismo de Chagall tiene un carácter espiritual y al propio tiempo clásico. Sin ninguna idea preconcebida, a través de la magia de su arte, en virtud de la revelaciףn de su mundo interior, Chagall ha creado formas que señalan un universo espiritual enteramente propio, cuyos rasgos no nos es posible encontrar en ningún otro pintor de nuestro tiempo. Se ha dicho de Rouault que era el pintor del pecado original. Mas el universo creado por Chagall ignora el pecado, el odio y la discordia: todo יl resplandece de gracia, de alegría, de fraternidad y amor. También está allí presente el dolor del mundo, bajo los signos de una grave y melancólica contemplación; pero también, en todo momento, tenemos allí, al alcance de nuestra mano, los símbolos del consuelo... Un cuadro de Chagall es algo tranquilo, equilibrado, que se impone aun a aquellos que son sordos a los goces de la poesía. Pero aquellos que saben escuchar lo que se les dice en esas obras, no de un modo voluntario, sino en una reacción espontánea frente al poder mismo de ese arte, perciben mil sueños y misterios que constituyen, por así decirlo, la secreta urdimbre de las arterias de la obra; y esos sueños están llenos de vida, son expresión de vida, imágenes inenarrables de la infancia, anhelos del corazón, deleite de los ojos."
Raïssa Maritain. Chagall ou l'Orage enchant.
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