Mi amigo tiene muchos nombres,
muchas caras, muchas edades. Escribió un
texto de teatro, o lo encontró en una
biblioteca pública o se lo recomendaron, no me acuerdo. Se quedó (como le pasa
siempre) fascinado y decidió montarlo. Buscó a otros amigos, da igual los
nombres, las caras, las edades, para
configurar el reparto. Buscando donde
poder ensayar, se le gastaron las
suelas de los zapatos y los bonos del metro, cuando podía se colaba en los cercanías, buscó
desde salas alternativas a bodegas de bares, garajes , cualquier trastero 2x2 metros… no tenían para pagar el alquiler de las salas
también asfixiadas por no poder pagar el alquiler, había un trastero pero ya lo habían ocupado
otros a esas horas de la noche… difícil coordinar los horarios de quienes
tienen oficios precarios, mi amigo y sus
amigos trabajan en bares de copas, payasos de semáforos, animando primeras comuniones, buzoneando
publicidad, en lo que encuentran… Al
final , no tuvieron otra, acabaron en su
ático abuhardillado , poniendo la cama en vertical contra la pared, y sacando
los montones de libros al pasillo. Ensayaban, encorvandose si se acercaban según a que parte
del supuesto escenario, en voz baja y
con miedo de pisar muy fuerte porque crujía el suelo y despertaba a los vecinos de
abajo, un matrimonio pakistaní hacinado con
sus cuatro hijos en edad escolar, poco sensibles al arte. Allí imaginaban más que hacían los ensayos. A
veces hasta las tantas de la madrugada rehacían, modificaban, tachaban, creaban, ebrios de entusiasmo. Con la obra ya
acabada, reunieron el poco
dinero que tenían, para hacer un DVD como pudieron y un pequeño cartelito a modo de publicidad. Volvieron a patearse todos los rincones donde
poder mostrar al mundo su obra, después de remover Roma con Santiago, lo lograron.
Nada menos que en una sala de 30 sillas, tres viernes de un mismo mes, a
las diez de la noche, después de otra obra
y antes de una sesión que llamaban golfa. ¡Cómo se movieron dejando publicidad por
todos sitios! Repartiendo papelitos por
todas partes, desde bibliotecas de barrio a las puertas de los teatros
importantes, mi amigo, que son tantos amigos, se desprendió de sus libros, de su saxofón , poco más tenía de valor y lo
empleó en fotocopias … Aquella era una
gran oportunidad de que al fin su
trabajo fuera descubierto y lograra
alguna continuidad. En el estreno todos éramos amigos invitados y los otros dos
días casi lograron llenar según me cuenta. Sobre la obra escribieron
elogiosamente en tres blogs, y en algunos otros lo anunciaron. Por supuesto que nada pasó. En la sala le dijeron que continuar era
imposible porque ya estaban otros apalabrados, que desde que la tele estaba mal
ni los famosos tenían donde meterse, que
mirarían para la próxima temporada, pero que casi seguro tendrían que cerrarla
antes pues no tenían para acometer las obras que les exigían para renovar la licencia. Hace de esto unos meses. Anteayer me lo encontré. Ya lo veo menos, pues
se mudó del barrio. No tenía para pagar
el alquiler del ático, alquilo una habitación en uno de tantos pueblos del sur
de la capital. Sigue con sus mismos zapatos
desechos y con su misma ilusión
intacta. Me habló de un texto que
llevaba dos meses escribiendo que trataba de esto, de cómo llevaba dos meses escribiendo un texto que pasaría otros dos meses tratando de encontrar donde ensayar y de cómo al fin ensayaría otra vez en su habitación durante unos dos meses, para esperar encontrar donde poder estrenar… ¿No me parecía una idea
soberbia? Lo harían los mismos amigos,
ya eran, después de dos montajes casi un grupo, y además ahora dos de actores no tenían
ningún trabajo y podían ensayar más tiempo. Me contó también que le había llegado la
tercera multa por colarse en el cercanías, y me pidió no sin rubor que si le
podía prestar para un billete. Digamos que mi amigo es como tantos en este noble
oficio del teatro: Solo tienes sueños. Me acuerdo de él, hoy cuando una gloria
de nuestra escena, que no sale de los pasillos de la subvención estatal, desde la sección de moda del periódico del régimen, aconseja
a los actores a "trabajar como animales". A mi amigo le debió ir mal en el oficio
por eso, porque solo pudo, supo o quiso, trabajar como un artista. Y es que a
diferencia de él , hay quien solo tiene dinero. Cosa que por lo que leo en el suplemento de moda, causa
no pocos complejos.
Pasquín del Licenciado Rebolera
Amélie Beaury Saurel. Dans le bleu