Información de Teatro Inactual y artes residuales

martes, 17 de febrero de 2015

Manjares del ratón de biblioteca (II)


El Viajero y su Sombra
Eugenio Montes
Ed. Cultura Española. Madrid 1940


Así nació la tragedia, ante una tumba y en torno a un cuerpo lívido que ya se va a comer la tierra. Una tumba es un límite y es, a la par, un misterio.  De límites y misterios vive y sufre la gran hermosura de todo arte trágico, con un vivir que es un morir entre sollozos. Y si se niegan los límites y se ignora el misterio entonces podrá haber drama , porque la vida es dramática , aun en sus dimensiones menos profundas, pero no tragedia de acento noble.

Cuando no hay teología, no hay tragedia. Hay , a lo sumo, drama , teatro psicológico, análisis de pasiones, de pasiones que nadie padece ni compadece, porque no se concibe la compasión sin unidad de sentimiento y destino. Faltan entonces misterios y certezas unánimes. Le falta coro al héroe, por la ausencia de vínculos que liguen y religuen protagonista y pueblo.

Esa incapacidad de la época moderna para la tragedia, para la representación de estilo a la vez noble y popular , corresponde al eclipse de la liturgia. Tantas y tantas preguntas periodísticas sobre la causa de la decadencia del teatro, tantos cientos y miles de artículos banales, y ni una sola voz dando la réplica profunda. Y ni una sola voz diciendo lo que hay que decir. Esto: el teatro decae cuando decae el sentido religioso, porque en su más honda entraña toda representación trágica es liturgia y rito.

El pueblo ya no es pueblo , sino esa miseria a la que llaman público. Y a la que se echan abyecciones  y bazofia. El “teatro popular” , el que se adapta al público , es tan malo como el otro, el de los selectos, que no se adapta. Porque tampoco estos –  estetas de todo los pelajes- han logrado nada. Claro, quieren hacer “teatro de arte” , con escrúpulos y conciencia. Sí , pero con conciencia meramente artística. Y la gran belleza trágica no ha nacido de preocupaciones artísticas , sino de angustias religiosas.

(Del Capítulo : Pasión de Oberammergau)


viernes, 16 de enero de 2015

Las alas en el estiércol


 Mi amigo tiene muchos nombres, muchas caras, muchas edades.  Escribió un texto de teatro, o  lo encontró en una biblioteca pública o se lo recomendaron, no me acuerdo. Se quedó (como le pasa siempre) fascinado y  decidió montarlo. Buscó a otros amigos, da igual los nombres, las caras, las edades,  para configurar el reparto.  Buscando donde poder ensayar,  se le gastaron   las suelas de los zapatos y los bonos del metro, cuando podía se colaba en los cercanías, buscó desde salas alternativas a bodegas de bares,  garajes , cualquier trastero 2x2 metros…  no tenían para pagar el alquiler de las salas también asfixiadas por no poder pagar el alquiler,  había un trastero pero ya lo habían ocupado otros a esas horas de la noche… difícil coordinar los horarios de quienes tienen oficios precarios,  mi amigo y sus amigos trabajan en bares de copas, payasos de semáforos,  animando primeras comuniones, buzoneando publicidad, en lo que encuentran…  Al final , no tuvieron otra,  acabaron en su ático abuhardillado , poniendo la cama en vertical contra la pared, y sacando los montones de libros al pasillo. Ensayaban,    encorvandose si se acercaban según a que parte del supuesto escenario,  en voz baja y con miedo de pisar muy fuerte porque crujía el suelo y despertaba  a los  vecinos de abajo, un matrimonio pakistaní  hacinado con sus cuatro hijos en edad escolar, poco sensibles al arte.  Allí imaginaban más que hacían los ensayos. A veces hasta las tantas de la madrugada rehacían, modificaban, tachaban, creaban,  ebrios de entusiasmo.  Con la obra ya acabada, reunieron  el poco dinero que tenían, para hacer  un DVD  como pudieron y un pequeño cartelito  a modo de publicidad.  Volvieron a patearse todos los rincones donde poder mostrar al mundo su obra, después de remover Roma con Santiago,  lo lograron.  Nada menos que en una sala de 30 sillas, tres viernes de un mismo mes, a las diez de la noche, después de otra obra  y antes de una sesión que llamaban golfa.  ¡Cómo se movieron dejando publicidad por todos sitios!  Repartiendo papelitos por todas partes, desde bibliotecas de barrio a las puertas de los teatros importantes, mi amigo, que son tantos amigos,  se desprendió de sus libros, de su saxofón ,  poco más   tenía de valor y lo empleó en fotocopias …   Aquella era una gran oportunidad  de que al fin su trabajo fuera descubierto y  lograra alguna continuidad. En el estreno todos éramos amigos invitados y los otros dos días casi lograron llenar según me cuenta. Sobre la obra escribieron elogiosamente en tres blogs, y en algunos otros lo anunciaron.  Por supuesto que nada pasó.  En la sala le dijeron que continuar era imposible porque ya estaban otros apalabrados, que desde que la tele estaba mal ni los famosos tenían donde meterse,  que mirarían para la próxima temporada, pero que casi seguro tendrían que cerrarla antes pues no tenían para acometer las obras que les exigían para renovar la licencia. Hace de esto unos meses. Anteayer me lo encontré. Ya lo veo menos, pues se mudó del barrio.  No tenía para pagar el alquiler del ático, alquilo una habitación en uno de tantos pueblos del sur de la capital.  Sigue con sus mismos zapatos  desechos y con su misma ilusión intacta.  Me habló de un texto que llevaba dos meses escribiendo que trataba de esto,  de cómo llevaba dos meses escribiendo un texto que pasaría otros dos meses tratando de encontrar donde ensayar y de cómo  al fin ensayaría otra vez en su habitación durante unos dos meses,  para esperar encontrar donde poder estrenar…  ¿No me parecía una idea soberbia?  Lo harían los mismos amigos, ya eran, después de dos montajes casi un grupo, y además ahora dos de actores no tenían ningún trabajo y podían ensayar más tiempo.  Me contó también que le había llegado la tercera multa por colarse en el cercanías, y me pidió no sin rubor que si le podía prestar para un billete. Digamos que mi amigo es como tantos en este noble oficio del teatro: Solo tienes sueños. Me acuerdo de él, hoy cuando una gloria de nuestra escena, que no sale de los pasillos de la subvención estatal, desde la sección de moda del periódico del régimen, aconseja a los actores a "trabajar como animales". A mi amigo le debió ir mal en el oficio por eso, porque solo pudo, supo o quiso, trabajar como un artista. Y es que a diferencia de él , hay quien solo tiene dinero. Cosa que por lo que leo en el suplemento de moda,  causa no pocos complejos.


Pasquín del Licenciado Rebolera


 Amélie Beaury Saurel.  Dans le bleu


domingo, 11 de enero de 2015

Manjares del ratón de biblioteca

La calidad de la misericordia
(Reflexiones sobre Shakespeare)
Peter Brook
Ediciones La Pajarita de Papel

¡Están tan llenos los escenarios de obras que de Shakespeare solo tienen el título! Desde los petrificados decorados estatales hasta las adaptaciones al modo ruidoso de la época, donde el discurso ahoga el mensaje.  Todo lo contrario que en Shakespeare, que nunca juzga, solo muestra los conflictos humanos, la fuente esencial del arte teatral, la rivalidad mimética que diría René Girard, percatándose de que esa tensión, ese fuego de pasiones enfrentadas, era el verdadero nervio que recorría la creación dramática, y que era ese conflicto el que  diferenciaba al teatro radicalmente  de cualquier otro arte. En nadie como en Shakespeare esa llama se propagó por  todos los sentimientos, todas las pasiones, encarnando en unos destinos donde alumbran y se consumen.  Su gran lección es ese desaparecer en sus personajes. Son ellos y nunca su autor quienes nos dirigen la palabra. Esto no solo hace que al abrir sus libros nos siga retando la mirada colérica de Lear, que el cráneo de Yorick hasta nuestros pies  salga rodando, y que las rosas de Ofelia guarden sus espinas ¡ay! intactas… sino que en cualquier obra posterior, toda situación, todo personaje que deambule por la historia del teatro, guarde un resplandor o una sombra de esa llama.


Agitada en ese pabilo, esta lectura deja constancia de una larga aventura, y contagia una pasión, la que nos lleva del misterio al milagro, la que cruza del libreto al escenario. 

(Del prólogo de Eusebio Calonge)



lunes, 22 de diciembre de 2014

Crujir de tablas y otras músicas escénicas (IV)

La última noche de Agustín Lara


Arráncame la vida
Con un último beso de amor
Arráncala toma mi corazón …


El estruendo apagó la voz. La botella se hizo añicos en su cara,  los cristales la abrieron con un estrépito de sillas y gritos.  Las teclas del piano se llenaron de huellas de sangre.  Una mujer llamada Estrella hendió aquella turbia noche  hasta su memoria.

Yo conocí el amor, es muy hermoso,
pero en mi fue fugaz, y traicionero,
volvió canalla lo que fue glorioso,
pero fue un gran amor, y fue el primero …


Le quedó el hábito de acariciarse la cicatriz que cruzaba su desgarbado perfil, desde el lóbulo a la comisura de los labios.  Pese a llegar a escanciar la vida en días de vino y rosas, sus discos giraban en espaciosas mansiones, entre licor, lencería y diamantes,  en cada canción fugaz asomaban los filos dolorosos de su pasado. Este escueto dandy  arrabalero,  nunca pudo  quitarse el sabor  del maquillaje barato, del tugurio oscuro, de la pasión  traicionera y canalla…

Amor por ti bebí mi propio llanto
amor fuiste mi cruz, mi religión
Es justa la revancha y entretanto
sigamos engañando al corazón


Su triste mirada vagando insomne por el techo , apenas alumbrada por los farolitos del recuerdo,  desesperadamente carnales.   Un rosario que engarza  nombres de mujer donde solo se musitan  los misterios dolorosos.

Vende caro tu amor aventurera
da el precio del dolor a tu pasado
Y aquel que de tu boca la miel quiera
que pague con brillantes su pecado.


Un mes de noviembre cerró su piano definitivamente,  un cigarrillo seguiría expandiendo  el humo por su historia.  Su agotada sombra cruzo hacia la rotonda de hombres ilustres mexicanos,  dos  de  sus versos le sirven de epitafio. Él, como la pecadora del evangelio, como las que habían cruzado su corazón y sus frágiles boleros,  había amado mucho. La noche había acabado para Agustín Lara.

Pobres manos
alas quebradas



EC 2000








domingo, 29 de junio de 2014

Espacios Escénicos (V)

Vanessa Winship , el color de la polvareda.


Las utopías socialistas dejaron un paisaje apocalíptico, horizonte desolado donde los sueños se batieron en retirada.  Ocultando esta aridez se colocó el decorado de la sociedad del bienestar, un trampantojo del que vemos la falsedad apenas nos acercamos.
De los añicos de la antigua Unión Soviética a un desvaído sueño americano, las dos caras de una moneda mohosa.  Lo económico como vía muerta.


Trenes descarrilados, puentes que nunca unieron nada, búnkeres abandonados, distintas geografías con la misma tierra agotada, exhausta. Escolares de pobres uniformes, retratos frágiles, raíces aferradas a la vida en una geología inhóspita.  

Vanessa Winship cruzó las fronteras en el momento en que se desmoronaban, quedando en sus fotografías el color de la polvareda.

EC




miércoles, 19 de febrero de 2014

Teatro en el Gulag (III)


Al Presidente del consejo de comisarios del Pueblo de la URSS
Viatcheslav Mikhailovitch Molotov



He aquí mi confesión, corta como lo es un segundo antes de morir. Nunca he sido un espía. 

Ha parecido al gobierno el castigo que por mis faltas se me había reservado no era suficiente para mi (el cierre de mi teatro, la dispersión del colectivo) y que debía sufrir otro castigo, el que los órganos NKVD me infligen ahora. Esto quiere decir que es necesario que sea así. 

Y mi yo se divide en dos personas. La primera se pone a buscar los “crímenes” de la segunda , y cuando no los encuentra, se pone a inventarlos. 

El Juez de instrucción se ha mostrado como una ayuda experimentada en este asunto, y nos hemos puesto a inventar mis crímenes juntos, en estrecha colaboración. El juez de instrucción repetía sin cesar y amenazando:  “si no escribes , te golpearemos de nuevo, y no dejaremos intactas más que la cabeza y tu mano derecha, y dejaremos el resto como un despojo de cuerpo informe, sangriento, deshecho” 

Me golpeaban, a mi, un viejo enfermo de sesenta años, me tumbaban sobre el suelo, cabeza abajo, con un tubo de caucho anudado, me golpeaban la planta de los pies y la espalda , cuando me hacían sentar en una silla , me golpeaban las piernas con el mismo objeto (desde arriba con gran fuerza) , y las partes situadas entre las rodillas y la parte superior de las piernas. 

Los días siguientes, como en estas partes de las piernas se había producido una abundante hemorragia interna, me golpeaban sobre los hematomas rojos-azules-amarillos, con este caucho y el dolor era tal que me parecía que en los sitios doloridos y sensibles de las piernas me vertían agua hirviendo. 

Gritaba y lloraba de dolor. Me golpeaban en la espalda con el caucho, me golpeaban en la cara con mucha fuerza. 

Me retracto de estas declaraciones obtenidas golpeándome y os suplico, a usted jefe del Gobierno, que me salve, deme la libertad. Amo mi patria, y estoy dispuesto a consagrarle todas las fuerzas de los últimos años de mi vida.



Vsevelod Meyerhold