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sábado, 7 de diciembre de 2013

Los Corderos. El cielo de los tristes.

Nuevas formas de inmolación

Los cuerpos recorren cada palabra, como en una ceremonia  que olvidó su sentido.  Una alegoría furiosa dentro de una burbuja que nos sumerge en su barroquismo sin perspectivas, en su abigarramiento de lo inservible.  La retórica de una tecnología obsoleta no configura una estética, el espacio no se forma según leyes racionales, sino que es fruto de la movilidad, del fluir de la sangre.  Juego y riesgo, es decir, el filo de la tragedia al alcance de la mano. Instantes fugaces en el laberinto de la nada,  punción del deseo que desemboca en la muerte.  Muerte sellada al vacío. Perpetuación del absurdo de existir, el ser despojado de trascendencia abocado a su remedo . 


Los Corderos tienen un sentido de la poética teatral hondo, donde las metáforas de las acciones se encadenan:  Teseo que pierde el hilo, mata el asesinado, se trasviste la memoria, profilaxis del amor o  crisálida plástica. Línea telefónica con nuestra conciencia. Peces artificiales en un pecera, que nos proyecta , que nos encierra, en su asfixia cotidiana.  La máquina mimetizada con el hombre también inerme ante el tiempo, El cielo de los tristes, toca los límites cortantes de este abismo que llamamos vivir. En sus aristas queda el magistral esfuerzo de esta inmolación.


E.C



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