Nuevas formas de inmolación
Los cuerpos recorren cada palabra, como en una ceremonia que olvidó su sentido. Una alegoría furiosa dentro de una burbuja que
nos sumerge en su barroquismo sin perspectivas, en su abigarramiento de lo
inservible. La retórica de una tecnología
obsoleta no configura una estética, el espacio no se forma según leyes racionales,
sino que es fruto de la movilidad, del fluir de la sangre. Juego y riesgo, es decir, el filo de la
tragedia al alcance de la mano. Instantes fugaces en el laberinto de la
nada, punción del deseo que desemboca en
la muerte. Muerte sellada al vacío. Perpetuación
del absurdo de existir, el ser despojado de trascendencia abocado a su remedo .
Los Corderos tienen un sentido de la poética teatral hondo, donde
las metáforas de las acciones se encadenan: Teseo que pierde el hilo, mata el asesinado, se trasviste la memoria, profilaxis del amor o crisálida plástica. Línea telefónica con
nuestra conciencia. Peces artificiales en un pecera, que nos proyecta , que nos
encierra, en su asfixia cotidiana. La
máquina mimetizada con el hombre también inerme ante el tiempo, El cielo de los
tristes, toca los límites cortantes de este abismo que llamamos vivir. En sus
aristas queda el magistral esfuerzo de esta inmolación.
E.C
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