La última noche de Agustín Lara
Arráncame la vida
Con un último beso de amor
Arráncala toma mi corazón …
El estruendo apagó la
voz. La botella se hizo añicos en su cara,
los cristales la abrieron con un estrépito de sillas y gritos. Las teclas del piano se llenaron de huellas de sangre.
Una mujer llamada Estrella hendió aquella
turbia noche hasta su memoria.
pero en mi fue fugaz, y traicionero,
volvió canalla lo que fue glorioso,
pero fue un gran amor, y fue el primero …
Le quedó el hábito de
acariciarse la cicatriz que cruzaba su desgarbado perfil, desde el lóbulo a la
comisura de los labios. Pese a llegar a escanciar
la vida en días de vino y rosas, sus discos giraban en espaciosas mansiones, entre
licor, lencería y diamantes, en cada canción fugaz asomaban los filos dolorosos de su pasado. Este escueto dandy arrabalero, nunca pudo quitarse el sabor del maquillaje barato, del tugurio oscuro, de la pasión traicionera y canalla…
amor fuiste mi cruz, mi religión
Es justa la revancha y entretanto
sigamos engañando al corazón
Su triste mirada vagando insomne por el
techo , apenas alumbrada por los farolitos del recuerdo, desesperadamente carnales. Un
rosario que engarza nombres de mujer
donde solo se musitan los misterios
dolorosos.
da el precio del dolor a tu pasado
Y aquel que de tu boca la miel quiera
que pague con brillantes su pecado.
Un mes de noviembre cerró
su piano definitivamente, un cigarrillo seguiría
expandiendo el humo por su
historia. Su agotada sombra cruzo hacia
la rotonda de hombres ilustres mexicanos, dos de sus versos
le sirven de epitafio. Él, como la pecadora del evangelio, como las que habían
cruzado su corazón y sus frágiles boleros, había amado mucho. La noche había acabado para
Agustín Lara.
alas quebradas
EC 2000