Andrew Polushkin. Reconstrucción de la memoria.
El destino final de los días, un almacén con luz de ocaso , donde se archiva la
historia. Sus membretes borrosos, sus sellos de actos inamovibles, fechas idas,
que quizás tengan un presente en el reino de la muerte.
Esta puerta subterránea entreabre
Andrew Polushkin. A este exilio en el tiempo nos conducen sus imágenes. En el límite
del crepúsculo. Un rayo turbio que alcanza la oscuridad del alma para desvelar
una profética angustia: el desmenuzar de todo esfuerzo humano en la nada. El descomponerse
nuestro destino en esa certidumbre. Pero mientras este atisbo de respiración,
este oscuro viaje continua, nos preguntamos que habrá sido de nosotros.
Solo en la vigilia del suicida, cuyo pasado no puede
aniquilar, la verdad fisura la consciencia, como el grito de un loco, como una
palabra ultrajante, que se hace eco por
los abismos del pasado, que como todo eco busca y huye de su fin, y que en esa
orbita cerrada gira , hasta ser detenida en estas visiones. A las que podemos asomarnos, como desde un balcón en ruinas, a un mundo clausurado.
EC
EC
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