Leonardo Alenza. El artista entre esputos o breve reseña del arte español
La suscripción popular libró sus despojos de alguna de las seis fosas
comunes que tenía el cementerio de
Fuencarral. Hasta sus anónimas bocas le arrastró una tuberculosis, enfermedad
que en sí certifica su adscripción romántica, cuando tenía 38 años de edad.
Cruzó una época desoladora, que
ilustra bien el recorrido de su pintura. De esos cartelones históricos, que se
irían perdiendo, cada vez más patinosos, por dependencias de la administración,
a las pequeñas pinturas, como el magistral retrato de Peña ,conserje de la
Academia, o los suicidas románticos. De
los dibujos costumbristas con puntas de ironía, a estos amargos caprichos, bajo
la sombra tutelar de Goya, que guarda el Metropolitan de Nueva York. En resumen
del academicismo yerto a un romanticismo enfermizo, truncado por el esputo y la
tos, como lo fue el nuestro.
Alenza cruzó la segunda etapa del absolutismo fernandino, conoció la
barbarie de la guerra, la brutalidad de la represión y el cinismo de la
censura, la indiferencia y la envidia, curriculum este inexcusable para todo artista
español.
EC
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